lunes, 21 de octubre de 2013

Crónica de Micro Abierto Libertad 8 (117). 15/10/13. Taller "Él"



El pasado martes día 15 de Octubre celebramos el primer taller de este año, titulado “Él”. Todos teníamos que llevar una canción titulada así. Creo que este ha sido el mejor taller hasta la fecha. Todas las canciones y poemas que se presentaron fueron de gran calidad, en todos los sentidos. En los nervios que había en la sala antes de comenzar, se evidenciaba la seriedad con la que los participantes nos apuntamos a estos experimentos. Diecinueve artistas estábamos a punto de mostrar una pieza titulada Él. En principio éramos veintiuno, pero Lope Villano y Enrique Sánchez faltaron por causas justificadas. Supongo que nos cantarán sus respectivas canciones en sucesivas ediciones de MAL8 (Micro Abierto Libertad Ocho). En esta edición, la nº 117, no faltaron nuevos participantes y la actuación de quienes después hicieron un concierto en la programación nocturna de Libertad Ocho, en este caso Álvaro Ruíz y Alberto Leal.

Esta crónica va a ser extraordinaria y muy especial. No sólo porque fue una tarde memorable, también porque mis comentarios sobre las actuaciones estarán ilustrados (nunca mejor dicho) por caricaturas de todos los participantes realizadas por El Tío Antoño, que, además de hacer una canción y una actuación excelente, se ha currado estos maravillosos dibujos, que por sí solos cuentan muchas de las cosas que sucedieron este pasado martes en el MAL8 (117).

Comenzamos el espectáculo quince minutos antes de la hora habitual, esta vez no podía quedarse nadie fuera. Teníamos cuatro nuevos participantes. De dos de ellos sabía que tenían tablas como para comenzar el evento sin demasiados nervios. Lo habitual es que los nuevos participantes entren a escena a la mitad del espectáculo, de ese modo participan habiendo visto la dinámica general. No sé si eso pone más o menos nervioso. Los dos accedieron gustosamente a romper el hielo. Antes de comenzar con las canciones y poemas con el título Él, pudimos escuchar a estas nuevas voces, con mundo propio, para MAL8.

El primero de ellos fue Fran Mariscal, cantautor gaditano de paso en Madrid. En su canción se consuela diciendo “si muero, espero que quede mi letra en algún cuaderno”, pide lo que quiere, “dame un silencio, dame un paseo por tus curvas”, y en el estribillo confiesa “sólo quiero respirar”.

Fran Mariscal por El Tío Antoño

El segundo nuevo participante se llama Javier Vargas, los dos vinieron juntos, Fran y él, y la próxima vez que lo hagan será para anunciarnos un concierto que darán en Madrid muy pronto. Javier cantó una canción titulada Ya verás, con la que puso un punto de trance alegre a la tensión que pasábamos los que íbamos a cantar una nueva canción, recién compuesta, por primera vez ante el público. Les agradezco a los dos su generosidad, me hubiera gustado que hubieran visto el ambiente y la dinámica antes de que salieran a tocar, para que pudieran disfrutar al cien por cien de la libertad, seriedad y emoción que se respiran en MAL8. Pronto les veremos de nuevo.

Javier Vargas por El Tío Antoño

Llegó el momento de comenzar a escuchar las canciones tituladas Él. He de decir que todas las piezas que escuché este pasado martes, me parecieron buenísimas, inspiradas, hechas con criterio y frescura. Felicito a todos los participantes por esta sesión tan bella y rigurosa. En este momento no sabíamos lo que íbamos a escuchar, qué camino habría tomado cada uno para hacer una canción titulada Él.

El primero de ellos fue Javier Delgado, que basó su canción en una historia real: se encontró en el tren con un hombre que le contó su historia. Con ella en la cabeza hizo una canción en la que un hombre, que lo había perdido todo, llamado Él, invocaba los días en que “todo era normal, aquellos días en que la rutina era una forma de pasar el día, (…) la rutina era mar”. Al menos a eso le invitaba Javier.

Javier Delgado por El Tío Antoño

El segundo en escena fue el poeta y cantautor Juanlu Mora. Esta vez vino el poeta, porque al cantautor se le había atascado en la cabeza una vieja canción conocida que no le dejaba sacar la suya nueva. Cada vez que se sentaba a trabajar en la canción, le venía esa vieja melodía, impidiéndole concentrarse. Conozco esa sensación, y conozco la canción, bastante pegadiza. A cambio nos trajo un texto poético impresionante. Juanlu es un poeta único y genial, capaz de hacer poesía con las matemáticas. Y también con las imágenes, como muestra en el texto que compuso para este taller. Es una experiencia que vas a vivir ahora, léelo: 


El hombre pronombre llega hasta tus ojos. Aparentemente viene desdehttp://cdncache-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png la nada. No tiene identidad. Carece de pasado. Es un hombre ligero.
De momento, su voz desconocida pudiera ser la voz de todos los hombres.
Camina sobre el horizonte. Se detiene ante un espejo y otro ser aparece reflejado. No logras distinguirlos, pero sabes que son dos sujetos distintos. Una pareja. Un él y otro él.
Tras un breve espacio de tiempo, cada uno toma el espejo del otro, lo que les multiplica nuevamente. Ahora son cuatro los hombres. Cuatro eles formando un solo ellos.
De repente, comienza una extraña tormenta. Llueven otros espejos que acaban rompiendo contra el suelo, llenando el paisaje de pequeños cristales. Y cada cristal contiene cuatro individuos nuevos reflejados.
Toda una multitud de hombres iguales, de pronombres anónimos, de terceras personas que se ponen de acuerdo parahttp://cdncache-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png mirarte a ti, justo en este momento, y levantan su mano con el dedo extendido y señalan tu cuerpo, que a estas alturas ya no tiene nombre.
Y todos gritan “él”.

Porque tú ya no existes.

Juanlu Mora por El Tío Antoño

El él de Pablo Bermejo es un niño africano desnutrido, y su yo está viéndolo en la tele: “él, con ojos tan profundos, mirándonos desde el televisor”. Una canción que denuncia la evidente injusticia mundial, con imágenes tan contundentes como esta: “tan sólo piel y hueso, comparte con insectos la sangre de un pezón”. Como siempre, muy cuidados los arreglos de guitarra y cantado con convicción.

Pablo Bermejo por El Tío Antoño

El dúo SilNe, cantó una canción compuesta por René en la que una mujer, interpretada con gracia y encanto por Silvia, descubre algo de pronto: “con la nada he topado, sin comerlo ni beberlo, me he casado con un lerdo, ¿en qué estaría pensando?”. Maravillosa la letra y deliciosa la música jazz tocada por René. Me encanta el dominio del la escena de Silvia, sabe hacernos reír, es decir, transmitir una idea. Sería bonito que incluyeran esta canción en su repertorio y en su próximo disco.

SilNe por El Tío Antoño

Camilo optó por hablar acerca de alguien, cuya identidad no se desvela. Es una canción personal con la que, además, muchos se pueden sentir identificados. “Él fue el amigo que perdí, él fue el cura castrador”. La canción también habla de un momento, “todo aquel mundo que nos tocó”. Aunque admite: “ya sé que todo lo que tenga será lo que construya yo (…) la pluma del dictador, el pellejo del Rey”. Y resuelve: “Ya no habrá nadie a quien culpar, afrontaré mi responsabilidad”.

Camilo por El Tío Antoño

María Barnuevo se decidió por hacer una canción enigmática y sensual, en la que se pregunta: “¿Quién era él, qué ha ocurrido, cómo ha sido, (…) me tiembla el vientre, ¿tanto disfruté?”. Finalmente desvela que él podría ser “Júpiter”. Una breve y preciosa pieza.

María Barnuevo por El Tío Antoño

El poeta Eusebio Priego usó con destreza el comodín que es un título como Él, para hablar de él, del tiempo, ya que “el mundo lo gobierna él, el despertador”. Añadió antes de leer que “al tiempo se le detiene a través de la creación”.

 
A él
le debo el camino
aunque en ocasiones
me dañe su oficio de Dios

Él pone los números,
yo la huella

creo imágenes
que suspendidas
encajan en la matriz
anterior,
proyectando otras nuevas

( el poema solo nace)

por eso si digo cielo
es este y aquel
dependiendo del ojo
que lo contempla.

Eusebio Priego por El Tío Antoño

La siguiente artista fue Marta Plumilla, que subió conmigo, Andrés Sudón, al escenario y tomó la guitarra. Yo me puse a tocar la armónica (sin armónica, cosa que aprendí a hacer de pequeño) mientras ella presentaba la canción: “Él”, volumen uno. Y los dos nos pusimos a cantar la historia del “hombre bueno”, un Sheriff que viajaba en el metro con la intención de ir a algún sitio para hacer “cumplir la ley después de un siglo y medio, ¡prepara ya, Decano, tu cara de zorro muerto!”. Es la primera parte de la historia de una venganza. Es como la primera parte de “Kill Bill”, en la que se presenta la trama y se deja al protagonista in media res.

Marta Plumilla con Andrés Sudón por El Tío Antoño

Después llegó mi turno, Andrés Sudón, que cogí la guitarra y presenté la canción: “Él”, volumen dos. Y continué tocando la música que había dejado en el aire Plumilla, para después cantar al unísono con ella el nudo y el desenlace de esta historia. Él, el sheriff, consiguió un arma y llamó la atención de la policía que le siguió hasta el despacho del Decano, donde es disparado tras disparar a su objetivo, “no es fácil siempre ser el hombre bueno”. Pero parece que finalmente hizo “cumplir la ley después de un siglo y medio”. La canción la hicimos juntos para cantarla en dos partes, las dos con la misma duración.

Andrés Sudón con Marta Plumilla por El Tío Antoño

Laura Castro nos habló de un él que se enamoró de otro él y “pasaron cosas”. Qué bonita canción, qué bien cantada con esa voz tan característica que tiene. Deslumbrante.

Laura Castro

En este momento hicimos un paréntesis del taller para conocer a uno de los dos nuevos participantes que nos faltaba por escuchar. Su nombre es Esteban Pérez, que viene desde granada con apenas diecisiete años para mostrar en MAL8 lo que hace. Nos contó que él ha frecuentado mucho La Tertulia, donde varias veces ha ido a ver, por ejemplo, a Fran Fernández, que estaba presente en la sala (aunque ya nunca me pide cantar…). Para debutar en Libertad Ocho cantó su canción El tiempo se pasa. Le veo muy bien encaminado. Me parece uno de los perfiles a los que destinaremos los talleres de creación de canciones que queremos hacer en Libertad Ocho con la intención de crear una escuela de cantautores. Si yo a su edad hubiera encontrado una escuela de cantautores, habría tenido ayuda concreta para empezar a formarme. Ya hablaré de esto en detalle muy pronto.

Esteban Pérez por El Tío Antoño

Diego Mattarucco está apostando por una puesta en escena teatral. Para interpretar su pieza obligó a subir voluntario a Jalil, que hizo de Él. Señalándole y refiriéndose a él (no a Jalil, sino al personaje que representaba) nos recitó sus cacofónicos versos, con la participación del público, que teníamos que decir “¡Sin testa, contesta!”. De nuevo otro genial ejercicio de dominio del lenguaje de este completo artista.

Diego Mataruco con Jalil por El Tío Antoño

Miguel de Paul nos describió a una persona, “el que nunca asistía a las últimas cenas, el que dormía de un tirón en camas ajenas, (…) el que se encuentra un amor en lugar de una pena, (…) el que siempre ha besado con un ojo abierto, el que nunca se calla y ama el silencio”. En el estribillo confiesa “Él, que podría ser yo, casi lo admito, y es que soy yo, tiene sentido”. Bonita canción-espejo del poeta roquero Miguel de Paul.

Miguel de Paul por El Tío Antoño

Nuestro querido José Miguel González nos ubicó espaciotemporalmete antes de leer su poema: “Londres, 1941, yo soy Winston Churchill”, y después añadió “siempre me pasa lo mismo, quiero escribir, pero me sale espuma”. Ya recibió una gran ovación antes de leer este poema:

ÉL

Él se hace pasar por mí,
me usurpa, me imita, me rapta,
se pone mis pantalones y mis sueños.


Se adueña de mis recuerdos más queridos,
de tu adorable sexo y de la voz de tus ojos.

También me roba mis fantasías más salvajes:
disfrutar como una bestia inocente
que goza donde le place,
liberar a las palabras cual lebreles.

A lo mejor soy otro
y no me he dado cuenta.
A lo mejor me he olvidado
que tuve nombre y apellidos.
A lo mejor soy un velero
desplegando toda su parafernalia
en el teclado del ordenador.

Él se ha escapado de un psiquiátrico,
con el zoo de su infancia a cuestas,
yendo a parar a la cárcel de los fármacos.

Sabedlo de una vez, él soy yo,
sí, el que camina a mi lado,
mi hombre lobo, mi niño salvaje,
mi bruja de Macbeth:

“Dobla, dobla la zozobra/ arde, fuego; hierve, olla.
Enfriad el caldo con sangre de mico/y firme y seguro será nuestro
hechizo.”

Hoy he visto a mi sombra,
mi sombra manda en mí, yo soy su esclavo.
Ella es la única culpable del asesinato de mis ruiseñores.

Mi sombra es un aprendiz de rapsoda
que repta en libertad por la calle de los martes por la tarde.
Mientras subía al estrado, mi sombra me ha gritado:
“No subas, estás subiendo a tu cadalso.”

José Miguel González por El Tío Antoño

Y llegó el momento de que actuara el autor de estas maravillosas caricaturas, el gran Tío Antoño, un gran artista en todas las artes que domina, porque no sólo son una locura estos dibujos, sus canciones son también excelentes. Él hizo algo que todos esperábamos que alguien hiciera, dedicar una canción al último dictador oficial que ha habido en este país, “Él pintó de sangre la triste historia de este papel”. Qué bien toca la guitarra, con qué personalidad canta. Celebro que haya caído en el MAL8, tiene mucho que ofrecer en muchos aspectos. Ya os contaremos un proyecto que tenemos en mente… Por cierto, Marta Plumilla ha querido agradecerle el esfuerzo de hacer todas estas caricaturas, haciéndole una o dos a él.

El Tío Antoño I por Marta Plumilla I

El Tío Antoño  por El Tío Antoño

El Tío Antoño II por Marta Plumilla II

Jalil nos dejó alucinados con su dominio de la guitarra. Toca de una forma muy particular, haciendo efectos sorprendentes. En su canción habla de “una persona a la que primero valoras y luego te parece un gilipollas”. Otra pedazo de canción en este MAL8 (117), nuestro primer taller del curso, titulado “Él”.

Jalil por El Tío Antoño

Caso Omiso quiso dedicar su canción al Tío Antoño, porque le admira como compositor, pero sucedió algo muy divertido: en la canción titulada Él ponía a escurrir a un individuo, y, tal y como la había presentado dedicándola, parecía que se estaba refiriendo al propio Tío Antoño. Yo lo sabía todo el rato, pero fui consciente de la posible confusión. Quizá por ello nuestro amigo Caso Omiso sale con cuernos en su caricatura… No terminó la canción, dijo que no estaba bien preparada, aunque a mí me estaba encantando. Me gustó que tuviera cojones de pararla. Espero que nos la cante entera en cuanto la tenga niquelá.

Caso Omiso

A Esperanza Montero le sucedió algo muy curioso. La primera canción que ella compuso se titula como el taller, El, y no pudo evitar venir a cantárnosla. No la hizo para la ocasión (que es una de la premisas del taller), pero le sirvió apara reencontrarse con ella, y para mostrarnos su bonita primera canción, hecha a los dieciocho años: “yo también siento ese algo, tampoco sé decir qué es”, dice esta primogénita canción de amor.

Esperanza Montero

Estos eran los participantes apuntados al taller, pero se sumaron otros dos creadores que, a última hora, decidieron participar. La primera fue Krikri Vela, que decía tener sólo un boceto de la canción, pero a mí me pareció completa. Luego me contó que tuvo que improvisar y todo, lo cual demuestra sus tablas y su capacidad creativa. “Él no es él, (…) él eres tú a cielo abierto”, dice esta poética y orgánica canción. Muy bello el piano acompañante, qué ricos bajos.

Krikri Vela por El Tío Antoño

El último participante con una pieza titulada Él fue el poeta Suso Sudón, que, como nos contó, vino en el metro escribiendo el poema, y que lo terminó allí mismo un rato antes de que le tocara salir. Yo sé que es cierto, porque le conozco, vivo con él, y cuando salí de casa, aún no tenía más que el título, claro. Este es el impresionante poema exprés que se marcó:

 
Él se llama como yo
pero no usa mi nombre.

Pretende desbrozar
todos mis prados
y yo
genero una hectárea de despojos
                por minuto.
Me saluda sonriente
y asustado
desde los espejos,
me dicta libertad
y yo
hace tiempo que agujereé mis alas
y dejé en blanco
                los folios de las encrucijadas.

Él se alimenta de sueños,
yo no puedo despertar
                del letargo eterno del miedo.
Él es limpia pulcritud inmaculada
y quiebra el metacrilato
                que le separa del amor
con un simple brillo de sonrisa
mientras yo
hago de mimo
                delante de la mujer de mi vida.
Él está asustado,
yo no le temo a nada.
Quizá por esto
perdí la ilusión de destripar a los monstruos
que custodian los más preciados tesoros
y me olvidé de todo.

Él escribe poemas
técnicamente horribles
empapados de verdad.
Yo
escribo poemas por encargo
                que llevan su nombre
                               pero hablan de mí.

Yo fui él,
él quiso ser yo
y ahora
necesito su consejo.

Y así vagamos los dos,
buscándonos en la oscuridad inmensa del espacio-tiempo,
llorándole a un tú
                que quisiera ser nosotros.

Suso Sudón por El Tío Antoño

Estas fueron las creaciones que hicimos y presentamos gracias a este taller. Estas experiencias nos dan mucho a los participantes, hacemos canciones que nunca hubiéramos imaginado hacer. Es emocionante y divertido participar y presenciarlo. Pronto anunciaremos el título y la dinámica del próximo taller.

Pero el espectáculo no terminó aquí, aún quedaban dos actuaciones. El penúltimo artista de la tarde fue Ramón, el propietario y alma de “El Cambalache”, un bar al que solemos ir de forma nocturnísima a tocar, porque es un bar donde siempre hay alguien tocando lo que le apetece, donde podemos tocar cuando queramos. Hay hasta un piano y varias guitarras. Sólo tienes que ir allí, pedírsela a Ramón, y él te la prestará gustoso. El próximo domingo 27 de octubre estaré tocando a la hora de comer, a la una más o menos, Ramón va a hacer paella. Me hizo mucha ilusión verle por aquí, y le pedí que subiera a tocarnos una de sus canciones. Me pidió que le acompañara en su blues, para lo cual usé mi armónica invisible, y la toqué colgado del techo, tal y como sale en la caricatura que ha hecho el Tío Antoño.

Ramón Cambalache con Andrés Sudón por El Tío Antoño

Para terminar vimos la actuación de los cantautores que después hicieron un concierto en ese mismo escenario, Alberto Leal y Álvaro Ruíz, que nos cantaron su canción Ser de hielo, lo cual hizo que algunos de los asistentes decidieran quedarse a escucharles.

Alberto Leal y Álvaro Ruíz por El Tío Antoño

De nuevo hemos vivido una tarde emocionante, llena de expectación. Este martes, día 22, seguiremos cantando nuestras canciones y hablando de ellas cuando termina y nos tomamos otra charlando en la barra. Me encantan todas esas conversaciones que surgen. A veces algunos nos quedamos allí hasta las tantas rodeados de música, dedicados al coloquio y a la empatía. Gracias a Libertad Ocho por apostar por la canción, a los participantes por su talento y trabajo concienzudo, al Tío Antoño por estas estupendas caricaturas, y a vosotros por leer esta crónica, compartirla con vuestros amigos y seguidores. Como sabéis, se pueden hacer comentarios, si alguien tiene algo que añadir o reclamar. Gracias también por hacerlo.

Andrés Sudón

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